sábado, abril 11, 2020

Mis parches con la Tuna

Corríamos la tuna a principios de los ochenta y los recursos eran escasos, así que la solución era el parche. Para salir de parche elegíamos a quienes sabíamos que tenían más fundamento para coordinarse y comunicarse con nosotros y con los clientes. Contactábamos con los bares y restaurantes sobre la marcha para que nos dieran permiso para cantar y luego recolectar las donaciones con la pandereta. Era crucial gestionar los recursos adquiridos con tanto sudor de nuestras frentes, entre otras partes del cuerpo especialmente en verano, de manera transparente y eficiente para no ir derrochando en cervezas por el camino. Así, con los bolsillos casi llenos y el estómago contento, éramos tipos tan importantes como mal vistos por según qué tunos y empresarios. Poco nos importaban las críticas cuando todos los tunos nos agradecían las copas feliz y generosamente regaladas y luego se montaban sus propios parches los mismos que nos criticaban. Con el parche me pagué la vida y ciertos antojos en la Universidad a partir del tercer año incluso a pesar de la frontal oposición de mi madre, y no le faltaba razón.

A menudo, todavía hoy, muchos tunos en edad de estudiar y con limitaciones económicas se pueden costear sus matrículas universitarias yt algo más gracias al parche con los compañeros de su Tuna e incluso de otras tunas, porque lo normal es que el parche se componga de tunos de varias tunas. Así es la hermandad que siempre ha existido entre nosotros (casi siempre). A veces y en casos de verdadera necesidad, los componentes del parche con más recursos cedíamos nuestra parte del "botín" a uno de nosotros para ayudarle cuando más lo necesitaba.

Fue una época tan dura como maravillosa. Gracias por enseñarme tanto, querido padrino Miguel Tray, y con un cariño muy especial al gran Paco Tray, su hermano mayor y sin duda el tuno por excelencia de la  historia de la Universidad de La Laguna, muchos años nos siga durando.